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El problema del encierro no es solamente estar encerrados en la casa sino estar encerrados en el capitalismo. John Holloway

Coronacrisis. ¿Cómo entenderla? ¿Cómo entender la crisis en el contexto que hemos estado desarrollando, es decir desde la perspectiva del carácter cada vez más ficticio de la acumulación capitalista? ¿Cómo entender las posibilidades políticas de la situación actual?

Curso La Tormenta 2020 / CORONACRISIS VI

NARRATIVA DE LA SESION 12

John Holloway

1 – El problema del encierro no es solamente estar encerrados en la casa sino estar encerrados en el capitalismo aun cuando sabemos que este encierro va a significar un sufrimiento terrible para millones de personas en los próximos meses y años y, muy probablemente, la recurrencia de otra pandemia u otra catástrofe ecológica en los próximos años.

2 – El poema de Edith expresa la angustia del curso (la tormenta interna) de manera genial:

¿Somos lxs niñxs gritándole al rey que no lleva ropa?
¿Gritos ahogados que no alcanzan a tener eco?
Sonido en el vacío, eco ausente.
¿Acaso los demás no se han dado cuenta que el rey camina desnudo?
El capital es una caricatura.
La que camina en el abismo.
Pronto va a caer.
Pero ahí está el peligro, de qué manera va a caer.
El regreso a la normalidad es la narrativa de su caída,
y desafortunadamente también de la nuestra.

Es un poema que no tiene final feliz, todavía. (Es que aún no terminamos el curso).

3 – Otra dimensión del encierro es un encierro teórico, un no ver la salida.

Por eso siento la necesidad constante de repetir el argumento (la narrativa) desde perspectivas ligeramente diferentes. En términos generales, el curso tiene un argumento doble:

a) Busca ir más allá de la idea de la lucha desde abajo y hacia la izquierda. Las luchas están ahí todo el tiempo, son fundamentales, pero muchas veces se pierde la perspectiva de superar el capitalismo, se pierde un concepto del capital como una dinámica social basada en la búsqueda constante de ganancia (ver el artículo de Edith en Open Marxism 4). Tal vez no importa si se pierde, pero las luchas contra el calentamiento global, para tomar nada más un ejemplo, tienen pocas perspectivas si no se dirigen contra la organización social capitalista cuya dinámica fomenta el calentamiento.

b) Busca ir más allá del marxismo tradicional que separa el capital de la lucha (un ejemplo excelente en este momento son los posts de Michael Roberts que estamos circulando). El capital se ve como externo a la lucha. En general en los análisis actuales, la conexión entre crisis y revolución posible no está clara. La crisis demuestra el fracaso del capitalismo, pero ¿luego qué? ¿Es necesario construir un partido para tomar el poder estatal?

Contra estas dos perspectivas hemos propuesto en el curso que el capital es lucha de clases. Es una dinámica agresiva contra la actividad humana, los humanos, las otras formas de vida y las condiciones necesarias para la vida humana. Tiene una dinámica que exige cada vez más explotación y subordinación para mantenerse (valor determinado por el trabajo socialmente necesario, caída de la tasa de ganancia). Enfrenta una resistencia constante, consciente e inconsciente. Esta resistencia afecta el desarrollo histórico de la agresión capitalista. No la ha detenido, pero su fuerza se refleja en el carácter cada vez más ficticio de la acumulación. Es una fuerza fetichizada, contenida, pero sí una fuerza subterránea que tiene un efecto muy importante. Constituye la fragilidad del capital (ver, por ejemplo, el último artículo de Wolf que se circuló: la deuda es fragilidad).

Si es así, entonces las luchas conscientes (para parar el Tren Maya, contra el extractivismo etcétera) se encuentran con su propio reflejo fetichizado como fragilidad del capital, pero están separadas por una barrera, la barrera del fetichismo o de la fetichización. ¿La barrera es una pared impenetrable o un vidrio oscuro a través del cual se pueden percibir conexiones?

Un ejemplo. El levantamiento zapatista ocasionó muchos gastos para el Estado mexicano, militares y sociales, con la intención de contener la lucha. Estos gastos fueron un reflejo monetizado y fetichizado de las luchas sociales y contribuyeron a la deuda nacional y la crisis del peso en diciembre de 1994. En este caso la relación entre lucha abierta y expresión monetizada está relativamente clara, la barrera es un vidrio oscuro pero no una pared impenetrable. El problema es que el fetiche todavía tiene una fuerza enorme. El dinero (el peso) se erige como algo que hay que defender a todo costo y su defensa tiene consecuencias materiales importantes para todos. Hubiera sido difícil para los zapatistas decir “nosotra/os creamos la crisis, nosotra/os socavamos la posición del peso.” Pero así era. De la misma manera está difícil decir ahora “este endeudamiento masivo, esta fragilidad del capital sin precedente, es resultado de la acumulación de nuestras luchas a través de los años”. Pero así es. Si no rompemos el fetiche del dinero, si no decimos “dinero=dominación”, la lógica del dinero siempre se va a imponer

4 – La fragilidad muchas veces se expresa como violencia. Es muy posible que la fragilidad incrementada del capital en este momento se exprese como violencia: militarización, autoritarismo. ¿Nos ayuda saber que es expresión de la fragilidad y no de la fuerza del capital?

La fragilidad también indica la posibilidad de colapso. El colapso del sistema financiero mundial fue una posibilidad real en 2008. Por el momento se ve menos probable, pero en los próximos meses puede volver a ser una fuente de pánico para el sistema. ¿Y nosotra/os qué decimos al respeto? Tenemos la experiencia de Argentina 2001/2002 como inspiración, tal vez.

5 – La deuda/ crédito/ acumulación ficticia es el talón de Aquiles del capital. Ahí está su punto débil, su posibilidad real de colapso. ¿En qué nos ayuda saber eso? Tal vez sería posible provocar un colapso del sistema financiero (como en el caso del matemático hackeador que circulamos) pero ¿en qué nos ayudaría?

6 – La acumulación ficticia se puede ver como crisis del trabajo abstracto.

No se produce el valor que el capital requiere para sostener sus ganancias, por eso recorre a la ficción, es decir al crédito. La ganancia que se reparte entre los capitalistas es una anticipación de un trabajo abstracto (es decir, productor de valor) que todavía no se ha hecho. Es el trabajo abstracto que falla.

La crisis del trabajo abstracto se puede ver de varias maneras. Se puede ver en términos de la expulsión del trabajo por la tecnología (la posición de Krisis, Kurz y Jappe, me parece). El problema que veo aquí es que no abre portales: nosotra/os somos las víctimas, pero las víctimas no pueden cambiar el mundo. Por eso me interesa más ver la crisis del trabajo abstracto en términos de la tensión entre trabajo concreto (o hacer – entiendo “trabajo concreto o útil” como un término desafortunado que Marx usa para indicar la actividad humana que en el capitalismo existe en-contra-y-más-allá del trabajo abstracto o enajenado) y trabajo abstracto, es decir como crisis de la abstracción del hacer, la conversión cada vez más exigente del hacer humano en trabajo abstracto, trabajo que produce valor. Esto puede ser por incapacidad nuestra, por falta de dedicación a los requerimientos del capital, por dedicarnos a actividades que no producen valor ni contribuyen a la producción de valor. Creo que el encierro actual va a tener un impacto contradictorio sobre el trabajo abstracto. Para mucha/os la crisis va a ser aliciente para trabajar más duro, para mucha/os otra/os la experiencia de ocio o de trabajar desde la casa va a tener un impacto importante para reducir el ritmo o la dedicación al trabajo (aunque también el capital entra más directamente al hogar), para mucha/os el periodo de reflexión y sobre todo de ayuda mutua la/os puede llevar a desarrollar otras formas de actividad fuera de la esfera del capital. Cuando abramos las puertas, ¿quién sabe qué va a pasar con el trabajo abstracto y la amenaza que le constituye el hacer sensato y relajado?

7 – Siempre ayuda pensar en Gloria Gaynor y su canción disco, “I will survive”:

Vamos a asumir por el momento que es una mujer que canta y se dirige a un hombre. La afirmación de la fuerza e independencia de la mujer depende de tres cosas. Primero, una conciencia de su propia fuerza (“crecí fuerte Y aprendí como continuar”): por eso la importancia de entender la crisis como expresión de nuestra fuerza. Segundo, un entendimiento de la fragilidad del hombre (tal vez no necesario, pero sí ayuda). La tercera cosa, que no se menciona en la canción, pero es importante para el éxito del proyecto de la mujer, es que tiene que tener recursos para sobrevivir. El “Go on now, go, walk out the door” y el “I will survive” no pueden ser solamente expresiones de entusiasmo militante. Realmente la mujer tiene que tener la posibilidad de sobrevivir, una actividad independiente del hombre.

Estamos de regreso con la/os oaxaqueña/os de Aline. La/os militantes les dicen “Diganle al capital “Go on now, go, walk out the door, we will survive” y ella/os contestan diciendo “Pero ¿cómo? ¿cómo vamos a sobrevivir? No tenemos los recursos para decir “go on now, go” al capital y al empleo.” Ahí está el problema.

Entonces estamos en medio de una crisis del trabajo abstracto, una crisis que puede conducir a través de su expresión monetaria a un colapso mayor de la economía. Para enfrentar la crisis y la violencia del trabajo abstracto, necesitamos poder sobrevivir sin el hombre de la canción, o en este caso el capital. El trabajo abstracto está en crisis por su falta de capacidad de amaestrar la actividad humana, pero la pregunta es si esta actividad humana tiene la fuerza para decir “Vete ahora vete, no eres bienvenido nunca más” al capital y al trabajo abstracto. La respuesta de los revolucionarios del siglo pasado fue “sí”, pensando en nacionalizar los medios de producción. El problema con esa solución fue que tendía a reproducir las mismas relaciones de producción que antes, las mismas jerarquías, la misma alienación del trabajo y producía también la centralidad del Estado. Pero la pregunta queda: ¿cómo entonces? Si no pensamos en nacionalizar los medios de producción, ¿cómo podemos decir al capital “Vete ahora vete”?

Tenemos que pensar en la fuerza actual del trabajo concreto o hacer y cómo fortalecerlo.

Un elemento importante sería lo que ya existe fuera del ámbito del capital: las huertas, toda la producción agrícola y de pesca no subordinada directamente al capital, todo lo que se discute en el seminario de entramados comunitarios sobre las formas existentes y no totalmente mercantilizadas de reproducción social, todo lo que se está desarrollando en movimientos enfocados en lo común (o commons), los movimientos de software libre, los generadores comunitarios de energía eólica, las cooperativas, Ángel y sus amiga/os bicicletera/os, todo el potencial de las fábricas que se toman en situaciones de crisis y muchos más. El trabajo concreto o hacer no mercantilizado tiene una fuerza muy considerable. ¿Es suficiente para decir al capital “Vete de aquí, no vuelvas más, nosotra/os sobreviviremos”? ¿Es suficiente para que la/os istmeña/os digan al Tren Maya y al Corredor Interoceánico y a los proyectos eólicos “Vayanse de aquí, no vuelvan más, nosotra/os sobreviviremos”?

Edith agrega un rompecabezas:

El rompecabezas:

Los capitalistas decidieron huir un día: luchas de los sesenta. Decidieron construir su propio mundo basado en la ficción.

El crédito, dice Michael Roberts, se vuelve deuda. Huyeron de nosotros, huyeron de las luchas, y fomentaron el aumento de la deuda. Al aumentar la deuda, aumentaron su fragilidad, como sostiene Wolf. Para mucha gente la huida del capital se volvió desempleo, caída de los salarios, etc. El acceso al crédito por parte de la clase trabajadora, aunque profundiza la fragilidad, nos metió en el mismo fetichismo del dinero. Para algunos otros, para algunas otras, era mejor darle la espalda al capital y construir otro mundo – con contradicciones, sí, pero otra cosa al mismo tiempo. Aunque aparezcan como dos momentos separados, ambas cosas: el aumento de la deuda y la construcción de alternativas, son expresiones de la fragilidad del capital.

¿Tiene sentido pensar así? ¿Es parte de la conexión que nos hace falta para romper nuestro propio reflejo fetichizado?

12 de mayo de 2020

Letra de «I will survive»

At first I was afraid, I was petrified
Kept thinking I could never live without you by my side
But then I spent so many nights thinking how you did me wrong
And I grew strong
And I learned how to get along
And so you’re back
From outer space
I just walked in to find you here with that sad look upon your face
I should have changed that stupid lock, I should have made you leave your key
If I’d known for just one second you’d be back to bother me
Go on now, go, walk out the door
Just turn around now
‘Cause you’re not welcome anymore
Weren’t you the one who tried to hurt me with goodbye
Do you think I’d crumble
Did you think I’d lay down and die?

Oh no, not I, I will survive
Oh, as long as I know how to love, I know I’ll stay alive

En castellano:

Primero estaba asustada
Estaba petrificada
Pensaba que no podría vivir
Sin ti a mi lado
Pero entonces gasté muchas noches
Pensando cuanto mal me hiciste
Y crecí fuerte
Y aprendí como continuar

Pero ahora has vuelto
De otro espacio
Solo caminé para encontrarte aquí
Con esa mirada triste sobre tu cara
Yo debería haber cambiado esa estúpida cerradura
Yo debería haberte hecho dejar tu llave
Si lo hubiera sabido por un segundo
Que volverías para molestarme

Vete ahora vete

Sal por esa puerta
Simplemente pega la vuelta ahora
Porque no eres bienvenido nunca más
¿No eras tu aquel
quien trataba de herirme con el adiós?
¿Pensaste que me desmoronaría?
¿Pensaste que me recostaría y moriría?

Oh no no, yo, yo sobreviviré

Muchas gracias a Edith González y Panagiotis Doulos por sus comentarios.

Fuente: http://comunizar.com.ar/problema-del-encierro-no-estar-encerrados-la-casa-sino-estar-encerrados-capitalismo/

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John Holloway: «Estamos viviendo el fracaso del sistema capitalista»

Coronacrisis. ¿Cómo entenderla? ¿Cómo entender la crisis en el contexto que hemos estado desarrollando, es decir desde la perspectiva del carácter cada vez más ficticio de la acumulación capitalista? ¿Cómo entender las posibilidades políticas de la situación actual?

Curso La Tormenta 2020 / CORONACRISIS V

NARRATIVA DE LA SESION 11

Primera Parte

(que es una continuación de la Narrativa 10)

Estamos buscando la esperanza en tiempos de desesperanza.

Es como ir a la búsqueda de una flor silvestre que tal vez no exista. Tal vez es una flor que sólo se puede ver si nos ponemos lentes especiales.

No es solamente cuestión de mirar desde abajo y a la izquierda. Esa mirada sí es importante y en la última sesión nos enfocamos en la ayuda mutua y la indignación y las contradicciones de ambas. Pero estas luchas desde abajo tienen que entrar en contacto con su expresión fetichizada que es la fragilidad del capital y que hemos visto en la expansión del capital ficticio.

La fragilidad se manifiesta no como fragilidad sino como fuerza y violencia. Es muy posible que la crisis vaya a ser una crisis prolongada/ postergada que dure muchos años: de crecimiento bajo, desempleo, pobreza, frustraciones, violencia, crimen (otra «década perdida» para América Latina), probablemente nacionalismo, militarismo. ¿En qué nos ayuda pensar que esta violencia sea expresión de la fragilidad del sistema?

Tal vez hay que enfocarnos en la cuestión del crédito/ deuda. El endeudamiento es un intento de predefinir el futuro, de extender la homogeneidad del tiempo actual. De parte del capital es una apuesta sobre este futuro, sobre la explotación y la disciplina social futura: una apuesta que busca al mismo tiempo amarrar el futuro. No es una apuesta como una apuesta en un juego de ruleta que no tenga influencia sobre el resultado. Al contrario, es una apuesta que busca todas las medidas posibles para asegurar que gane: la ley, la policía, la educación, las políticas monetarias y económicas, etcétera. Pero sigue siendo una apuesta, sigue siendo un intento de definir algo que todavía no pasa y que posiblemente nunca va a pasar: la producción de una plusvalía adecuada apoyada por una disciplina social suficiente. Un ejemplo obvio sería la expansión enorme del endeudamiento estudiantil en los últimos años, sobre todo en los Estados Unidos pero en muchos otros países también. La deuda estudiantil ejerce una fuerza enorme para definir el futuro (es decir, la vida) de los ex-estudiantes como una vida dedicada al trabajo abstracto y el salario. Al mismo tiempo se sabe que hay tasas muy altas de impago.

En este momento el capital está entrando a una expansión del crédito mundial público y privado sin precedentes, mucho más grande que en 2008/2009. Va a tener como consecuencia una prolongación de la crisis: no va a haber recuperación rápida. Va a significar tasas de crecimiento muy bajas y va a haber muchísimas faltas de pago al nivel nacional (como Argentina actualmente), al nivel de empresas no financieras y bancos y al nivel de individuos. La reproducción social se va a realizar (en la medida en que se realiza) aún más a través del crédito. Ahí está la fragilidad detrás de la violencia del capital. Ahí está tal vez el talón de Aquiles del capitalismo.

¿Cómo podemos explotar esa fragilidad?

Muchas veces las políticas desde la izquierda contra el pago de la deuda se plantean solamente en términos del Estado: Argentina o Grecia o México no deberían pagar sus deudas, tiene que haber una moratoria de pago para los países pobres en este momento, etcétera. Todas estas renegociaciones al nivel estatal sirven para reproducir el sistema financiero de crédito que es el centro del capitalismo. ¿Cómo plantear la fragilidad-ficción-endeudamiento desde nuestro punto de vista, conscientes que es y va a seguir siendo elemento central de la experiencia de la opresión capitalista y de los conflictos en los años que vienen (si es que todavía hay capitalismo en los años que vienen)? Se me ocurren varias cosas.

Una forma de subvertir el sistema crediticio sería obviamente a través del hackeo. El problema principal es que no veo cómo pueda crear la base de una sociedad auto determinante. No lo veo como una forma prefigurativa de política, pero no conozco bien las discusiones alrededor de esta forma de acción.

Otra idea, propuesta por David Graeber entre otros, es de retomar la figura histórica del jubileo, una cancelación de todas las deudas. Se ha mencionado por los comentaristas especialistas como única manera de resolver la acumulación actual de la deuda. El problema es que sería re empezar el mismo juego, no habría ningún cuestionamiento al dinero como relación social.

Otra forma de acción es la organización de solidaridad contra los desahucios y las reposesiones por deuda. Ha habido muchas organizaciones de este tipo (el barzón en sus tiempos más radicales, por ejemplo) y tal vez van a adquirir un significado nuevo en el contexto de los próximos años.

En las discusiones de la deuda como reflejo fetichizado de nuestra fuerza y fragilidad del capital, tal vez la cuestión central es la del tiempo. Ahora es un momento especial: para mucha gente el pago de las deudas (renta, hipoteca, préstamos, tarjetas de crédito) está suspendido, sea por convenio, por huelga de pago o simplemente por la imposibilidad de realizar los pagos. Es un momento para pensar en cómo romper la predefinición del futuro personal y social que significa el crédito. La única emancipación posible del futuro es la abolición del dinero y el establecimiento de relaciones no mercantiles de producción. Puede ser que nos ayude enfocarnos en el talón de Aquiles del capitalismo actual.

Agrego un párrafo inspirado en comentarios de Edith y Panos. Insistir que “estas luchas desde abajo tienen que entrar en contacto con su expresión fetichizada que es la fragilidad del capital” tiene consecuencias importantes. Implica asumir que esta crisis es nuestra, que estamos en medio de ella, que es nuestra creación aún si no la reconocemos. La crisis es una explosión mundial de la fragilidad del capital y tenemos que responder diciendo: “ahora sí, ¡este es nuestro momento! Como nunca, el capital ha fracasado. Como nunca, está claro que el capital nos está llevando a la destrucción total. Ahora sí, nos toca subir a la escena y hacer lo que podamos.” Como decíamos antes (citando a Raoul Vaneigem): ¡hic Rhodus, hic salta!

Esta posición está en contraste con la idea del arca de Noé, la idea de que todo lo que podamos hacer es encerrarnos temporal y espacialmente en las comunidades hasta que pase la tormenta. Tenemos que entender las luchas de las comunidades indígenas no como solución sino como parte de las muchas luchas que se están dando y que se van a dar en el mundo, contra y más allá del capital.

Terminamos con un poema que me mandó Edith:

Poesía de la crisis

¿Somos lxs niñxs gritándole al rey que no lleva ropa?

¿Gritos ahogados que no alcanzan a tener eco?

Sonido en el vacío, eco ausente.

¿Acaso los demás no se han dado cuenta que el rey camina desnudo?

El capital es una caricatura.

La que camina en el abismo.

Pronto va a caer.

Pero ahí está el peligro, de qué manera va a caer.

El regreso a la normalidad es la narrativa de su caída,

y desafortunadamente también de la nuestra.

¿El rey camina desnudo?

***

Segunda parte

La propuesta de Aline: “Te escribo porque platicando con otros compañeros de la región del Istmo coincidimos en proponerte que ante la crisis que estamos viviendo sería muy bueno ofrecer una explicación por parte de personas que se dedican a estudiar el capital.

Por ello, hemos pensado en plantearte la posibilidad de que grabes un breve video en el que ofrezcas una explicación en la cual se desarrolle la fragilidad y falsedad del capital. En ese sentido, nuestro potencial del poder hacer. Aunado a la embestida que está potenciando del gobierno de la 4T, con el Corredor Interoceánico, el cual se detalla en el pronunciamiento que hace un momento te hice llegar.”

Este no es un guion final. Es un borrador para discutir en el seminario.

Estamos viviendo el fracaso del sistema capitalista.

No se presenta así. Se presenta como «mala suerte». Llegó un virus desconocido con consecuencias terribles y la mejor forma de limitar el número de muertes es quedándonos en casa, probablemente por un par de meses. Obviamente esto tiene consecuencias económicas fuertes. Muchas actividades se tienen que parar. El turismo, por ejemplo. Si la gente se queda en casa, entonces los autobuses, restaurantes, los hoteles, las aerolíneas van a sufrir. Si la gente se queda en casa, todas las personas que viven de vender comida en las calles van a sufrir, muchas tiendas van a sufrir. Todo está suspendido por el momento: la construcción, los viajes, los eventos, las fiestas, las clases. Ni modo, es necesario aguantar un par de meses para proteger la salud de todas y todos, y luego vamos a regresar a la normalidad.

Pero no es exactamente así. El coronavirus no sale de la nada, no es “mala suerte”. Es producto de la destrucción de la naturaleza que es característica del capitalismo, consecuencia de un sistema donde lo importante es la expansión de la ganancia, no el respeto por la vida. Toda/os hemos visto la multiplicación en los últimos años de los megaproyectos que producen ganancias para las grandes empresas y destruyen el equilibrio tradicional entre los humanos y las otras formas de vida que nos acompañan en el planeta. Un elemento especialmente destructivo ha sido la industrialización de la agricultura y la destrucción de huertas y ejidos tradicionales. Parte de este proceso es la destrucción de los lugares donde viven los animales silvestres: destruye la separación entre esos animales y los humanos y produce las condiciones para la transmisión de virus de los unos a los otros. En los últimos años se había advertido muchas veces de la llegada posible de un virus que tendría consecuencias catastróficas. La llegada del coronavirus, entonces, no es mala suerte, sino producto de la destrucción capitalista de la naturaleza. Si continúa esta destrucción, es muy probable que existan más pandemias en los años que vienen.

Lo del efecto económico no es mala suerte tampoco. Es cierto que si nos quedamos en la casa por un par de meses sin ir a trabajar, toda/os vamos a ser más pobres. Pero lo que está empezando y que va a seguir desarrollándose en los próximos meses es mucho más grave. Toda la reproducción mundial del capitalismo está basada en el crédito. Las empresas sobreviven y crecen sobre la base de dinero que ellas piden prestado a los bancos. En los últimos treinta años han acumulado deudas que ellas ya no pueden sostener, no las pueden pagar. Ya casi se cayó todo el sistema de crédito en 2008, pero se salvó a través de más préstamos. En el último par de años se ha hecho claro otra vez que el sistema estaba a punto de caerse. El coronavirus es el detonador de esta caída. Los diferentes gobiernos están tratando de detenerla, invirtiendo cantidades de dinero sin precedentes para extender el crédito, pero lo más seguro es que no la van a poder detener. Todo indica que el mundo entero está entrando a la peor crisis económica de los últimos noventa años. Es muy probable que la caída económica dure mucho tiempo, ya se está hablando de otra “década perdida” para América Latina. Van a decir que es parte de la “mala suerte” del coronavirus, pero en realidad el virus nada más está precipitando una crisis que ya se veía venir.

Somos nosotra/os la/os que sufrimos las consecuencias del fracaso del sistema, de la podredumbre del sistema. Pero no quiero decir con eso que nosotra/os somos las víctimas. A veces se dice que es culpa del gobierno o culpa de los capitalistas, como si quisiéramos que los capitalistas fueran mejores capitalistas o que los gobiernos pudieran dar más apoyo a los capitalistas. Pero no: el capitalismo es un sistema que tiene su lógica, la lógica del dinero, la lógica de la ganancia. Es esta lógica que destruye la naturaleza y crea las condiciones para la pandemia. Es la misma lógica que empuja al capital a ir más y más rápido, a explotarnos más y más, a exigir más y más eficiencia de los trabajadores, más y más obediencia de la población entera. El capital estaría feliz convirtiéndonos en robots humanos. Si está en crisis, es porque no lo ha logrado. Todavía. Por años ha fingido lograrlo a través de la expansión del crédito, pero esa ficción ya no se puede mantener.

Tenemos que pensar entonces si queremos que funcione bien el sistema o si queremos crear otra forma de organizar la sociedad. Si queremos que funcione bien, lo mejor es ser obedientes y dóciles. Deberíamos entonces dar la bienvenida al Tren Maya y al Corredor Interoceánico que tienen el objetivo de integrar el sur de México más intensamente al sistema capitalista. Hay que prepararse para ser meseros, limpiadoras de recámaras, prostitutas o prostitutos y las otras profesiones que se van a requerir si se logra la transformación del sur. Un problema, claro, es que es muy posible que no se logre esta transformación. La apuesta del gobierno de AMLO es integrar el sur a un capitalismo que está en crisis profunda. Muy probablemente no se va a dar la recuperación del turismo mundial que está en el centro del proyecto. El gobierno quiere destruir las comunidades para integrarlas a un sistema fracasado, a un sistema que está entrando probablemente a la crisis más profunda del último siglo.

Si queremos tomar el otro camino, el camino de la dignidad, el camino de crear otra organización social, no es la obediencia robótica la que es recomendable, sino la desobediencia. Digan NO al Tren Maya y a los otros megaproyectos que seguro van a seguir lloviendo en estos años. En la medida de lo posible, es necesario desvincularnos de la lógica capitalista de destrucción e ir creando espacios y tiempos que caminen en el sentido contrario. No va a ser fácil, los únicos caminos se hacen al andar y muchas veces significan conflicto. Implica defender y fortalecer las estructuras comunitarias que existen, pero críticamente sin idealizarlas. Sin embargo, la crisis no es simplemente una crisis oaxaqueña o mexicana o latinoamericana sino mundial, y es muy posible que se vaya a dar muchas revueltas de la dignidad en diferentes partes del mundo en los próximos meses y años en la medida en que la gente se vaya dando cuenta de que la pandemia es resultado del capitalismo y que la crisis económica es resultado del capitalismo. Es importante entonces que los caminos de desobediencia que vayamos creando se dirijan no solamente a las comunidades, sino que se entiendan como parte de un ¡Ya basta! mundial. ¡Ya basta de un sistema que está creando miseria! ¡Ya basta de un sistema que está destruyéndonos como parte de la naturaleza!

John Holloway, 4 de mayo de 2020

Gracias a Edith González y Panagiotis Doulos por sus comentarios

Fuente: http://comunizar.com.ar/john-holloway-estamos-viviendo-fracaso-del-sistema-capitalista/


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CORONACRISIS III (b) “¿Qué hay en la situación actual que nos abra perspectivas hacia otro mundo?” John Holloway.

CORONACRISIS III (b)

John Holloway

Coronacrisis. ¿Cómo entenderla? ¿Cómo entender la crisis en el contexto que hemos estado desarrollando, es decir desde la perspectiva del carácter cada vez más ficticio de la acumulación capitalista? ¿Cómo entender las posibilidades políticas de la situación actual?

Curso La Tormenta 2020 / CORONACRISIS III

NARRATIVA DE LA SESION 10

1 – Empezamos con la misma pregunta. ¿Qué hay en la situación actual que nos abra perspectivas hacia otro mundo? En esta situación tan difícil y peligrosa, ¿existen elementos que nos permitan pensar que la crisis podría ser portal hacia un mundo no capitalista?

2 – El argumento hasta aquí:

a) Ha habido una expansión enorme del capital ficticio en años recientes.

b) Esta expansión expresa una incapacidad de parte del capital de dominarnos adecuadamente para producir una plusvalía que sustente sus ganancias.

c) Esta incapacidad es expresión de un impasse social. (Impasse: situación en la que se encuentra un asunto o problema que no progresa o al que no se le encuentra solución, según el diccionario). El capital nos tiene que romper y no puede; nosotros tenemos que romper el capital y no podemos.

d) Este impasse social está constituido por nuestra fuerza para resistir ataques constantes.

3 – Por lo tanto: esta fuerza tiene que ser el punto de partida para pensar en salidas posibles.

4 – ¿En qué consiste nuestra fuerza? Se puede abordar de manera negativa o positiva. Vamos a explorar las dos posibilidades.

5 – Vemos el reflejo de nuestra fuerza más fácilmente que la fuerza misma.

No está garantizado que estas medidas tomadas por los Estados para asegurar el orden social y evitar el caos tengan éxito”

a) Se ve reflejada en la expansión constante de la deuda que constituye una postergación del enfrentamiento que implica una crisis-y-restructuración.

b) Se ve reflejada en el pánico que expresan los líderes capitalistas en momentos de crisis, sobre todo en 2008 y ahora. La expresión más común es el miedo al “caos”.

c) Se ve reflejada en las medidas tomadas por los Estados que van actualmente mucho más allá de cualquier intervención estatal en tiempos de paz. El objetivo de estas medidas es apuntalar una estructura social amenazada. Puede ser que los ricos sean los beneficiarios principales de estas medidas, pero me parece equivocado analizarlas como medidas que benefician sólo al 1%, al costo del otro 99% de la población (como, por ejemplo, en el artículo muy útil de Toussaint sobre las conflagraciones financieras). Sucede, más bien, que el Estado tiene que asegurar el orden social y este se entiende como la reproducción social mercantilizada o capitalista. Esta reproducción depende del mantenimiento del dinero como fuerza totalizante, es decir del sistema financiero mundial, y del empleo, que depende, por supuesto, de las ganancias de los capitales. Por eso las intervenciones en general no están orientadas a ayudar directamente a la gente (dando, por ejemplo, a todos los habitantes del territorio estatal una beca de un millón de pesos para gastar como quieran), sino que toman la forma de créditos para apoyar-y-endeudar a bancos, empresas grandes y, en menor medida, a empresas medianas y pequeñas. No está claro qué tan efectivo vaya a ser este apuntalamiento, sobre todo por el alto grado de endeudamiento que ya existe. Para asegurar el orden social estas medidas están complementadas por la extensión del Estado de excepción. No está garantizado que estas medidas tomadas por los Estados para asegurar el orden social y evitar el caos tengan éxito.

6 – ¿Cómo abordar más directamente nuestra fuerza que impone el impasse al capital, que constituye un obstáculo a la realización de la acumulación no ficticia?

a) Se trata de un impedimento en el proceso de trabajo. No estamos produciendo valor suficiente, es decir que nuestra actividad, por alienada que se sienta, no constituye un trabajo abstracto. No estamos respondiendo a las exigencias del capital. ¿Por qué? Puede ser por nuestra resistencia consciente, nuestra organización sindical, nuestra oposición a las medidas de eficiencia que los capitales quieren introducir, nuestro sabotaje del proceso de trabajo, nuestras enfermedades cuando no tenemos ganas de ir a trabajar. Con estos últimos ejemplos la línea se borra entre resistencia consciente e inconsciente: también puede ser porque damos prioridad a los cumpleaños de nuestros hija/os sobre la rutina del trabajo, que disfrutar al pleno el fin de semana sea más importante que funcionar bien el lunes en la mañana. También puede ser nuestra incapacidad para lograr más: nuestra falta de habilidades computacionales, nuestra ignorancia del inglés, nuestra falta de energía. Claro que la ciencia de la administración de empresas ha desarrollado muchas técnicas para manejar estas debilidades humanas, pero el hecho es que la productividad de los trabajadores está estancada en los últimos años.

b) Se trata también de una fuerza en el ambiente social más allá del lugar de trabajo formal. Todo el tiempo exigimos parte de la riqueza que estamos creando, no solamente a través del salario sino también en la forma de servicios de salud, educación, alumbramiento de las calles. Los servicios siempre son inadecuados, pero aun así nuestras expectativas van creando un nivel de gasto improductivo de la plusvalía social y un obstáculo a la rentabilidad del capital. En la crisis actual se ha hecho evidente la insuficiencia de los servicios públicos de salud, pero aun así su conservación ha sido resultado de muchas luchas a través de los años. En este caso, como en el primero, hay una continuidad entre luchas abiertas, manifestaciones, huelgas y la fuerza de las expectativas cotidianas.

c) Todos estos elementos de resistencia/ expectativa van creando un sentido común, o tal vez una sensibilidad compartida, una idea de lo que es aceptable o no dentro del equilibrio de las fuerzas sociales. Marx habla del elemento moral que contiene el valor de la fuerza de trabajo: el salario está determinado no solamente por los requerimientos físicos de la reproducción sino también por lo que se considera necesario para la reproducción social en cierto momento y cierto lugar: hoy incluiría, por ejemplo, la capacidad de comprar un teléfono celular, un televisor y, en algunos lugares, un automóvil.[i] Este elemento moral se establece a través de las luchas sociales conscientes e inconscientes. El acceso gratuito a la educación y servicios de salud en muchos países se puede ver como elemento moral no del salario sino del gasto estatal de la plusvalía, que afecta por lo tanto los niveles de rentabilidad del capital.

Edith sugiere que este elemento moral de nuestra fuerza se puede entender como dignidad. Estaríamos hablando entonces de una constitución histórica de la dignidad, de lo que consideramos necesario para una vida digna. La dignidad es la lucha cotidiana, muchas veces silenciosa, para ir determinando nuestras vidas (nuestra vida colectiva) y construyéndolas sobre una base material aceptable. La dignidad es el centro de la fuerza que impone un impasse a la lógica frenéticamente destructiva del capital.

Hay una relación de continuidad/ discontinuidad con la dignidad que está ahí todo el tiempo. La indignación es un grito de dignidad lastimada. Es importante porque rompe la continuidad y la homogeneidad del tiempo”

e) Por eso nuestra fuerza se impone también a través de explosiones de indignación. Lo que enfrenta el capital cuando ataca el equilibrio establecido, cuando trata de romper el impasse social, es nuestra indignación. Las explosiones de indignación son un ¡Ya basta!, un ¡Hasta aquí!, que efectivamente juegan un papel importante para imponer límites a la agresión capitalista.

Hay una relación de continuidad/ discontinuidad con la dignidad que está ahí todo el tiempo. La indignación es un grito de dignidad lastimada. Es importante porque rompe la continuidad y la homogeneidad del tiempo. Es una ruptura, un “de aquí en adelante, las cosas van a ser diferentes, ya no vamos a aceptar”. Se jala el freno de emergencia. Se intenta empezar desde un año cero. Esto es importante en la situación actual, porque si el coronavirus no es un ¡ya basta! humano (tal vez sí, de parte de la naturaleza lastimada), sí jala el freno del tren de la destrucción y el futuro depende de nuestra capacidad de convertirlo en un año cero, o un reset como decía Claudio Lomnitz en La Jornada.

Ya se ha dicho en el seminario que las explosiones de indignación no necesariamente apuntan hacia la creación de una sociedad emancipada. También pueden ser autoritarias, nacionalistas, incluso fascistas. Panos dice que es importante resaltar la dialéctica entre la utopía y la distopía que hay en estas explosiones de indignación, como dos polos de la misma relación. A mí me parece que la frase usada por Sergio Tischler en su artículo sobre el 9/11 y las torres gemelas (publicado en Bajo el Volcán), que los ataques tenían un “núcleo utópico”, sigue siendo importante. Es la cuestión del caos o kaos y cómo entenderlos.

En los últimos días hemos visto explosiones de frustración/ indignación en Estados Unidos, Francia, Sudáfrica (y seguro que muchos otros lugares), con orientaciones distintas. Me imagino que se van a multiplicar en las semanas y los meses que vienen y será importante tratar de analizarlas.

f) Elemento crucial del impasse es el hecho de que el capital depende de nosotra/os. Sin nosotra/os no se produce valor, ni capital. Esta relación de dependencia juega un papel importante en la definición de los límites del capital. Pero probablemente no depende de toda/os nosotra/os. El capitalismo tal vez podría eliminar mil millones de personas sin causarse mayores problemas. Esto tiene que ver con el punto 5(c), y la estructura de los apoyos estatales en la emergencia actual: están diseñados para apuntalar la estructura actual de acumulación. La gente que no cabe dentro de esta estructura queda básicamente a merced del virus, o apoyados por formas de solidaridad no estatal.

g) Nuestra fuerza está constituida también por nuestra construcción de formas de reproducción alternativas a la capitalista. Estas pueden ser entramados tradicionales comunitarios o formas de apoyo mutuo no mercantiles creadas en la ciudad o el campo (ver, por ejemplo, el artículo circulado por Luis). Se pueden ver como grietas en el tejido de relaciones sociales capitalistas o como apropiaciones y construcciones de lo común, o como comunizares. En la situación actual se ha mencionado muchos casos de comunidades que están asumiendo su propia organización de auto cuidado (como se expresa en el artículo de Raúl Zibechi sobre la/os kurda/os en La Jornada del viernes). Por todos lados hay muchas prefiguraciones o anticipaciones de otro mundo.

h) Pero no es suficiente. Como dice Raquel Gutiérrez, los movimientos más fuertes han construido un poder de veto, para parar la privatización del agua en Cochabamba (Bolivia) o para detener la construcción de minas o presas en muchos lugares. Pero el ataque continúa: si no se abre una mina en un lugar, se abre en otro. El virus ha mostrado la urgencia de parar el tren de la destrucción, y no estamos ahí todavía.

Es el capitalismo el que está destruyendo la vida y necesitamos una revolución: obvio. La pregunta es cómo”

7 – El argumento tradicional es que necesitamos una revolución y hay que construir el partido. Para nosotros el argumento es: necesitamos una revolución. No tenemos y no queremos un partido. Tenemos que pensar las posibilidades a partir de la fuerza que ya tenemos y tratar de entender sus elementos diferentes y a veces contradictorios. Tal vez existe una especie de una dialéctica entre la dependencia del capital de su capacidad de romper nuestra dignidad, su incapacidad de hacerlo, nuestra indignación y la construcción de comunizares. Y claro, como dice el subcomandante insurgente Moisés, “organícense, organícense, organícense”.

John Holloway, 30 de abril de 2020

Nota:

[i] Dice Marx que “Por oposición a las demás mercancías, pues, la determinación del valor de la fuerza de laboral encierra un elemento histórico y moral.” (Siglo XXI, 208). Justo antes, explica: “hasta el volumen de las necesidades imprescindibles, así como la índole de su satisfacción, es un producto histórico y depende por tanto en gran parte del nivel cultural de un país, y esencialmente, entre otras cosas, también de las condiciones bajo las cuales se ha formado la clase de los trabajadores libres, y por tanto de sus hábitos y aspiraciones vitales.”